SILENCIO EN VERACRUZ DE JOAN CARLES GUISADO / VENGANZA Y SILENCIO INMORALES
POR JOSÉ MANUEL LÓPEZMORA 06 AGOSTO 2025
Reseña con motivo de la presentación del libro en el Centro Cultural ExConvento Bethlemita de la Secretaría de Cultura de Veracruz el jueves 31 de julio del 2025.
Con Joan Carles Guisado nos relaciona una mistad cordial, amable y somera, generada por un club de lectura. Un compañerismo donde la lectura es el eje rector de francos y amenos intercambios con quienes estemos en esas sesiones de La Casona del Teatro. ¿Por qué somera? Porque durante estos dos o casi tres años de que llegó al club Tardes de Lectura en La Casona del Teatro de Veracruz, ha estado más tiempo viajando que asistiendo, pero sin desconectarse del club. Las veces que ha llegado en esos miércoles, su presencia siempre acrecienta al interés de los que estemos por sus comentarios y aportaciones amenas y sencillas. Es como el profesor que tiene una clase semanal en el grupo por un par de horas y de ahí se vuelve a disfrutar hasta la próxima semana; luego solo se ve andar por los pasillos esporádicamente durante la semana. Deseo que prontamente esta obra -de la que hoy comento y comparto para ustedes- la lean en el club que nos ha hecho coincidir como integrantes y compañeros o bien por cuenta propia en su espacio preferido.
En el club de La Casona ya hemos leído dos de sus obras muy humildemente puestas a consideración por él ¡Y cómo no aceptar teniendo entre los integrantes del club a un autor! Y es que hemos conocido su perspectiva sobre Veracruz; es decir, cómo la retrata desde su particular visión a través de su estilo narrativo como catalán que es. ¿Vieran lo interesante que resulta el verlo compartir su obra y despertar el interés sobre sus fuentes para conocer esta narrativa que hoy desvelamos o develamos para hacer de Veracruz Puerto la locación de tres obras? Seguramente jamás nos revelará sus fuentes; pero este señor, Joan Carles Guisado, seguramente nos hará vislumbrar a esos
veracruzanos informantes que le han permitido construir una narrativa respetuosa y filtrarnos esas anécdotas mediante esas historias sobre traficantes y asesinos en este rinconcito de patria… y Sha-la-la.
Sin ánimo de arruinarles las expectativas que debe generar esta presentación al público presenta he de decirles que trataré ahora sobre dos conceptos que sustentan y soportan la novela y sobre todo a Fabiola la protagonista: El Silencio y La Venganza a través de algunos elementos narrativos dados a través de las páginas. Espero lograr su comprensión.
SILENCIO EN VERACRUZ la considero una obra de narración sencilla y dinámica para preadolescentes en adelante; claro, con el acompañamiento necesario a los chicos de secundaria porque el asunto es cruento y de impacto. Generará muchas inquietudes a los preadolescentes. Recomendable que un adulto lo lea previamente y luego los menores en formación lectora. ¿Por qué la recomiendo para preadolescentes? Como texto me parece aproximarse a una historieta donde el paso de una acción a otra como si fuera de un cuadro a otro; es en ese inter en que lo no narrado el lector supone o concluye acciones lógicas obvias; y por eso logra un ritmo suavemente dinámico. La suposición o lo sugerente quedarán activadas en la imaginación del lector para trasminar con docilidad la lógica que pueda aplicarse en la capacidad lectora. Joan Carles, el autor, no se desvive ni se resuelve en los detalles contextuales, ni secuenciales. Es una obviedad. Creo que lo hace para generar una atemporalidad que por mucho que trate de narcotraficantes no es una situación contemporánea o actual tratada en la novela. No se mencionan celulares, ni términos de la era digital.
Ese estilo sencillo y dinámico de narrar que lo hace interesante o atractivo, por no decirle “fácil”, se debe a la creación de capítulos breves de no menos de 5 páginas y no más de 5 hojas con un sustancial asunto cada uno. Así como a manera de cuento breve o anécdota. No abunda o se explaya en detalles más que en el asunto sustancial que les digo, pero tampoco crean que nos narra como texto de telegrama. Para los que conocimos esos textos y llegamos a escribirlo entonces. Esta brevedad esencial en treinta y cinco capítulos logra eslabonarlos sutilmente (o de manera automática) a la secuencia, como dije antes similar a las viñetas de una historieta. En cada cuadro está lo esencial y el lector la comprende y la enriquecerá (desde su admiración propia) para disfrutarla y así pasar al siguiente.
El autor quizá tuvo en mente exaltar la palabra silencio en el título narrando lo más preciso para destacar o resaltar los silencios de las víctimas y los victimarios. Es decir, de un renglón al siguiente no es necesario los detalles, ni los calificativos, ni las expresiones subjetivas. Es una narración que con esas limitaciones logra o activa en el lector lo sugestivo. El transitar de una acción a la otra implica en la comprensión del lector una lógica obvia que no requiere ser detallada. Quizá en este mundo actual de narrativas veloces así tenga que ser la apropiación de los contenidos y los textos.
Me gusta el lenguaje mesurado a través de la sustancia narrativa de la historia. No cae en lo procaz que solemos ser los veracruzanos. Quizá eso sería el atractivo para los interesados en el título considerando lo ruidosos que solemos ser. El narrador es objetivo ante los sucesos. Es una novela ejemplar sobre el narrador testigo, Cuenta solo los eventos, y contadas ocasiones se permite interpretar el pensar y el sentir de la Fabi y los personajes con mesura y ecuanimidad. Un veracruzano no se limita a narrar sin detalles como dije antes, y se regodea en suposiciones, creencias o probabilidades. La Fabi va al grano, imagina sus planes con precisión, y eso es lo que cuenta el narrador lo que ve que hace y dice; porque lo que siente ella se traduce en la tortura para terminar en el asesinato o en la vejación. A nivel lenguaje o habla la voz narrativa está en sentido formal, con las palabras precisas, y si el narrador externa la procacidad o peladez es por darle el matiz adecuado a la furia de la sicaria, por venganza o preocupación, que siente cada personaje.
De la protagonista Fabi, su fama o renombre y sus circunstancias, son develados poco antes del final a través de datos duros, mismos que bosquejan algo de la templanza y arrojo como “traficante o mafiosa” de los años 80. Hoy los conocemos como “miembros de algún cártel o generadores de violencia”.
Está diseñada con unas cuantas características conductuales más sobresalientes qué las físicas (qué también son pocas); es decir, su actuar la definen su manera de ser, pensar, decir; y solo escasas características físicas perfilan apenas las facciones y formas corporales de La Fabi. En lo particular terminé creando a una protagonista muy a mi gusto y no como a la verdadera Fabi de los años setenta u ochenta.
Pero también La Fabi enriquece la fisonomía de la mujer sicaria y pasar desapercibida como ciudadana común; enriquece el ser vengadora o justiciera de doble moral -es decir, uno: vengarse del clero pederasta debido a una fobia inexplicada en la novela, y dos: valerse desde la ilegalidad en la que se mueve para desaparecer y torturar a los sacerdotes pederastas-. En palabras de la filosofía alvaradeña (y porque así lo diría mi madre) La Fabi “es de la chiche pelada”.
Pero también tiene dos momentos de sensualidad gracias a la belleza física con la que Joan Carles nos hace disfrutarla con bondad. La Fabi es “fashionist very nice” para torturar a dichos sacerdotes y a quien se pueda como al jovencito sacristán. La Fabi es la protagonista que a veces se le comprendería como la ráfaga femenina de “cobranzas letales” pero también es la mujer que suda generosidad y humanismo tanto para con las familias víctimas de las violaciones infantiles por sacerdotes, como para los descendientes del patio de vecindad donde creció y del que se largó en su oportunidad; porque ese sitio (“la cuartería” como lo llama Joan Carles) nunca lo disfrutó ni lo hizo suyo.
El resto de los personajes en SILENCIO EN VERACRUZ son verdaderamente callados. La comunicación entre ellos es mínima, parece un código común de entendimiento ante la situación del problema o temática. Las quejas de los afectados o violentados son un dolor físico no escueto sino ahogado, silencioso, acotado por la institución sorda del clero en franca colusión con la policía.
Entonces SILENCIO EN VERACRUZ me concentró en los temas: la venganza “absurda” como bandera de una delincuente y la conducta hipócrita, abusiva y pecadora de los jerarcas religiosos católicos “salvando” a sacerdotes pederastas; y entre esos dos se incluye la problemática de las mafias delincuenciales y la inclusión policiaca.
Así que el silencio es un ente narrativo que, si bien no se describe ni se trata a través del narrador ni por los personajes, sí envolvió mi atención como un halo ambiental a través de la secuencia narrativa. Es decir, el silencio es apenas perceptible aún entre los diálogos parcos o precisos. La Fabi habla poco, ni siquiera le reprocha a la vida nada, solo hace “el cobro” necesario a su modo (es decir, la venganza clandestinamente) gracias al sigiloso abuso de poder. Sí, ya que ejecutar la venganza a nombre de los niños es una actividad “clandestina” en su ejercicio de sicaria; porque no lo saben sus jerarcas hasta que lo intuyen el Güero y Carlos. La Fabi habla, en contadas situaciones, a través de un código de miradas con Abdul, su chofer y su casi todo; y también prevalece el silencio como halo o éter. El alto clero, expertos del sigilo y la secrecía, saben cuánto decir o indicar la “discreción” a los cómplices jefes policiacos con pocas palabras ante las situaciones escandalosas que puedan salirse de control acordado.
La verdad es que hice un extenso espoiler de esta obra, pero aún faltan muchos tópicos qué reflexionar; como el entrecruzamiento de los acurdos y complicidades entre generadores de violencia, jerarcas religiosos y policías. Todo cuanto hayan leído (escuchado) en esta presentación del libro de Joan Carles Guisado seguramente les hará acercarse y confrontar un Veracruz que seguramente es evocado por nuestros recuerdos de infancia. SILENCIO EN VERACRUZ, no es una obra de denuncia en sí como tal, sino una exposición narrativa entre un “te cuento rápido de lo que me enteré” y un ejercicio dinámico a manera de crónica periodística con localismos que motivan al recuerdo de ese Veracruz que
tiene un silencio (como esos de familia, o como secreto colectivo innombrable) gracias a la pluma de Joan Carles.
Nos veremos pronto
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